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LASSONRISAS

ARTICULO CULTURAL REFERENTE A LA CIUDAD DE BURGOS

Bodas de plata mundiales de la

Catedral

Hasta 1887, España no la reconoció como

monumento nacional. De la ‘misa con paraguas’ de

los años 70, a la caída de San Lorenzo y el actual

plan director restaurador

Vicente Ruiz de Mencía

Una gran corriente de beneficios ha supuesto a Burgos y al propio monumento el reconocimiento hace 25 años de la Catedral de Burgos como Patrimonio de la Humanidad, máximo rango que llena de orgullo a todos. No obstante hay luces y sombras en algunos momento a lo largo de los años desde la declaración de la Unesco. El acuerdo fue adoptado en la octava asamblea del comité, celebrada en Buenos Aires (Argentina) entre el 29 de octubre y el 2 de noviembre con el visto bueno de Icomos, asesor del alto organismo internacional.
En la resolución se concedió el mismo reconocimiento al Parque y Palacio Güel y Casa Milá en Barcelona, el monasterio y sitio de El Escorial, en Madrid; la Alhambra , el Generalife y el Albaicín, en Granada y el centro histórico de Córdoba, todo ello de acuerdo con los criterios establecidos en la Convención de 1972 sobre Patrimonio Mundial.
Han pasado ya muchos años, pero si hubiera que hacer balance debe decirse que ha faltado, al menos en los últimos lustros cierto diálogo que facilitase la comunicación entre la Unesco y el Cabildo de la Catedral, sobre todo en determinados proyectos e iniciativas. Hubo congresos, convenciones, simposios, etc. pero por suficiente hondura de análisis, cuando no por diplomacia o simplemente por falta de voluntad, no hubo pronunciamientos claros reiterados respecto planteamientos que se hicieron han hecho sobre decisiones a adoptar en este monumento.
Y es que nuestra Catedral es única y la trascendencia de su figura artística, delicada filigrana frena, a veces, toda idea novedosa, innovadora o cambiante. Ello contrasta con el aire inconsecuente o libérrimo de otro tiempo cuando, por ejemplo, se decidió cambiar las portadas góticas originarias de la fachada principal y sustituirlas por otras neoclásicas, o cuando se hizo el trascoro catedralicio, entre otras cosas.
La jerarquía eclesiástica, el Cabildo en primer lugar, siempre ha reiterado su empeño en conseguir primordialmente que fuese con toda su singularidad, antes y sobre todo un templo abierto al culto y un patrimonio cultural al servicio de una sociedad sensible a toda expresión espiritual, artística y cultural, debidamente protegida y conservada.
La Catedral de Burgos, un muestrario de todos los estilos y tiempos, con aciertos y errores a lo largo de 788 años desde la colocación de la primera piedra, no siempre ha tenido buena prensa.Y ello ha supuesto, unas veces olvido y orfandad presupuestaria y otras negativas provocadoras e injustas... cuando no sospechoso silencio administrativo. En el valor de las bodas de oro de la declaración de la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura dejemos que se atenúen y sirvan de provechosa experiencia los muchos sinsabores que, por uno u otro motivo, causó este primer monumento burgalés, y disfrutemos de la realidad de una restauración formidable actual que, efectivamente, supone conjurar los muchos peligros se que se cernían sobre el monumento.
Y hubo en ocasiones más política que programa claro para preservar este patrimonio hasta que al final se alcanzó ese plan director que ha sido columna vertebral del quehacer de todos estos últimos 20 años con reconocimientos de la diócesis y del Cabildo así como el pueblo de Burgos, en definitiva, a organismos y entidades privadas, en primera línea las de nuestra tierra.
Varias ocasiones históricas ha habido para provocar reacciones y poner en marcha planes de rehabilitación o restauración. Habrá que convenir que si en el siglo XVI el pueblo de Burgos, con su Cabildo catedralicio y sus autoridades reaccionaron para reparar la desgracia de la segunda y definitiva caída en 1.539 del cimborrio de Juan de Colonia que se reconstruyó por Juan de Vallejo a costa de esas aportaciones de todos, igual lo ha hecho ahora. Así debe entenderse la respuesta a las caídas de piedras, gárgolas, sillares y pináculos sobre la plaza de Santa María y otras, y como ya llamada de emergencia, la escultura de San Lorenzo, el 12 de agosto de 1994, providencialmente sin causar daños físicos humanos, después de una boda, pero avisando a la ciudad de la gravedad del momento, dado el estado de nuestra Catedral.
El asunto era de urgencia, no permitía demoras. Cubiertas en mal estado, esculturas exteriores en riesgo de caída, deterioro de paños y muros malas condiciones de mantenimiento general, humedades y, en definitiva, hasta las torres no precisamente mostraban su mejor equilibrio y todo hacía imponer una reacción formidable que se produjo.

comentario sobre la noticia:Una vez leído el artículo,me parece que esta bien comentar mí opinión y es que es una gran suerte tener un momumento tan fantastico como es la catedral y lo preciosa que esta. y ahora aprovechando que estamos en una epoca con esto de la ciudad europea que mejor que enseñar nuestros encantos al mundo entero, me parece muy bien lo que se emplee para tenerla perfecta ya que es fuente de turismo y de riqueza para la ciudad.

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